Capítulo 2 – Mi Reino no es de Este Mundo – 4

La realeza de Jesús

4. Todos comprenden que el reino de Jesús no es de este mundo. Con todo, ¿no tiene Él también una realeza en la Tierra? El título de rey no siempre implica el ejercicio del poder temporal. Se le otorga, por consentimiento unánime, a aquel que por su genio accede al primer lugar dentro de un determinado orden de ideas, que predomina en su siglo y ejerce una influencia en el progreso de la humanidad. En tal sentido se dice: el rey o el príncipe de los filósofos, de los artistas, de los poetas, de los escritores, etc. Esa realeza, nacida del mérito personal y consagrada por la posteridad, ¿no suele tener una preponderancia mucho mayor que la que confiere una diadema? La primera es imperecedera, mientras que la otra es juguete de las vicisitudes. Aquella siempre recibe la bendición de las generaciones futuras, mientras que esta otra algunas veces es maldecida. La realeza terrestre se acaba con la vida; la realeza moral gobierna sin cesar, sobre todo, después de la muerte. En este sentido, ¿no es Jesús un rey más poderoso que muchos potentados? Con razón, entonces, le decía a Pilato: “Soy rey, pero mi reino no es de este mundo”.