Capítulo 4 – Nadie Puede Ver el Reino de Dios Si no Nace de Nuevo – 12 a 17
12. “Aquellos de vuestro pueblo a quienes hicieron morir, vivirán de nuevo. Los que eran muertos en medio de mí, resucitarán. Despertad de vuestro sueño y cantad alabanzas a Dios, vosotros que habitáis en el polvo. Porque el rocío que cae sobre vosotros es un rocío de luz, y porque arrasaréis la Tierra y el reino de los gigantes.” (Isaías, 26:19.) 13. Este pasaje de Isaías también es muy explícito: “Aquellos de vuestro pueblo a quienes hicieron morir, vivirán de nuevo”. Si el profeta hubiese pretendido hablar de la vida espiritual, si hubiese querido decir que aquellos que habían sido ejecutados no estaban muertos en Espíritu, habría dicho: aún viven, y no: vivirán de nuevo. En el sentido espiritual, esas palabras serían absurdas, puesto que implicarían una interrupción en la vida del alma. En el sentido de regeneración moral, serían la negación de las penas eternas, puesto que establecen, en principio, que todos los que están muertos revivirán. 14. “Pero cuando el hombre ha muerto una vez, cuando su cuerpo, separado de su espíritu, es consumido, ¿en qué se convierte?” – “Si el hombre ha muerto una vez, ¿podría revivir de nuevo? En esta guerra en que me encuentro todos los días de mi vida, espero que llegue mi cambio.” (Job, 14:10 y 14. Traducción de Le Maistre de Sacy.)“Cuando el hombre muere, pierde toda su fuerza, expira. Después, ¿dónde está él? – Si el hombre muere, ¿revivirá? ¿Esperaré todos los días de mi combate, hasta que me llegue algún cambio?” “Cuando el hombre ha muerto, vive siempre. Al concluir los días de mi existencia terrenal, esperaré, porque volveré de nuevo aquí.” (Ibíd. Versión de la Iglesia griega.) 15. El principio de la pluralidad de existencias se encuentra claramente expresado en esas tres versiones. No se puede suponer que Job pretendía aludir a la regeneración por medio del agua del bautismo, que por cierto no conocía. “Si el hombre ha muerto una vez, ¿podría revivir de nuevo?” La idea de morir una vez y de revivir, implica la de morir y revivir muchas veces. La versión de la Iglesia griega es aún más explícita, si es eso posible: “Al concluir los días de mi existencia terrenal, esperaré, porque volveré de nuevo aquí”, es decir, volveré a la existencia terrenal. Está tan claro como si alguien dijera: “Salgo de mi casa, pero a ella regresaré”.“En esta guerra en que me encuentro todos los días de mi vida, espero que llegue mi cambio.” Job pretende, evidentemente, referirse a la lucha que sostenía contra las miserias de la vida. Espera su cambio, es decir, se resigna. En la versión griega, esperaré parece aplicarse más bien a una nueva existencia: “Cuando mi existencia terrenal haya concluido, esperaré, porque volveré de nuevo aquí”. Job parece colocarse, después de la muerte, en el intervalo que separa una existencia de otra, y dice que allí aguardará el momento de volver. 16. Así pues, no cabe duda de que, bajo el nombre resurrección, el principio de la reencarnación era una de las creencias fundamentales de los judíos, y que ese principio fue confirmado por Jesús, así como por los profetas, de una manera formal. De ahí se sigue que negar la reencarnación implica renegar de las palabras de Cristo. Un día sus palabras constituirán autoridad en relación con ese punto, así como sobre muchos otros, cuando se reflexione acerca de ellas sin ideas preconcebidas. 17. Con todo, a esa autoridad, desde el punto de vista religioso, viene a sumarse, desde el punto de vista filosófico, la de las pruebas que resultan de la observación de los hechos. Cuando de los efectos queremos remontarnos a las causas, la reencarnación aparece como una necesidad absoluta, como una condición inherente a la humanidad; en una palabra, como una ley de la naturaleza. Por sus resultados, se revela de un modo, por decirlo así, material, de la misma forma que el motor oculto se revela por el movimiento que genera. Sólo la reencarnación puede decir al hombre de dónde viene, adónde va y por qué está en la Tierra, así como justificar todas las anomalías y todas las injusticias aparentes que presenta la vida. Sin el principio de la preexistencia del alma y de la pluralidad de las existencias, la mayoría de las máximas del Evangelio son ininteligibles. Por esa razón dieron origen a interpretaciones tan contradictorias. Ese principio es la clave que habrá de restituirles su verdadero sentido.