Capítulo 10 – Bienaventurados los que Son Misericordiosos – 7 a 8

El sacrificio más agradable a Dios

7. “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, al pie del altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve para presentar tu ofrenda.” (San Mateo, 5:23 y 24.). 8. Cuando Jesús dice: “Ve a reconciliarte con tu hermano, antes de presentar tu ofrenda en el altar”, enseña que el sacrificio más agradable al Señor es el que el hombre hace de su propio resentimiento; que antes de presentarse ante Él para ser perdonado es preciso que haya perdonado él mismo, y que haya reparado el daño que ha podido causar a sus hermanos. Sólo entonces la ofrenda será aceptada, porque provendrá de un corazón puro, exento de todo pensamiento malo. Como los judíos ofrecían sacrificios materiales, Jesús materializó ese precepto. Él debía adaptar sus palabras a las costumbres de ese pueblo. El cristiano, por su parte, no ofrece bienes materiales; ha espiritualizado el sacrificio, razón por la cual el precepto tiene más fuerza. El cristiano ofrece su alma a Dios, y esa alma debe estar purificada. Al entrar en el templo del Señor, debe dejar fuera todo sentimiento de odio y de animosidad, todo pensamiento malo contra su hermano. Sólo en ese caso los ángeles llevarán su plegaria a los pies del Eterno. Eso es lo que enseña Jesús con estas palabras: Deja tu ofrenda al pie del altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano, si quieres ser agradable al Señor.