¿Habrá casos en los que sea útil revelar el mal ajeno?
Esta cuestión es muy delicada, y aquí es preciso que hagamos un llamado a la caridad bien entendida. Si las imperfecciones de una persona sólo la perjudican a ella misma, no habrá ninguna utilidad en darlas a conocer. En cambio, si pueden ocasionar perjuicio a otros, debemos preferir el interés del mayor número al interés de uno solo. Según las circunstancias, desenmascarar la hipocresía y la mentira puede constituir un deber, porque más vale que caiga un hombre, y no que muchos lleguen a ser sus víctimas. En un caso así, es necesario evaluar la suma de las ventajas y de los inconvenientes. (San Luis. París, 1860.)