Capítulo 11 – Amar Al Prójimo Como a Sí Mismo – 5 a 7

Dad al César lo que es del César

5. Entonces los fariseos se retiraron y consideraron entre sí cómo habrían de sorprenderlo en algunas palabras. Y le enviaron a sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: “Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios a través de la verdad, sin que tengas en cuenta a quienquiera que sea, porque en los hombres no consideras a la persona. Dinos, pues, tu opinión sobre esto: ¿Nos está permitido pagar el tributo al César, o no?”Pero Jesús, que conocía la malicia de ellos, les dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda que se da en pago del tributo”. Y cuando ellos le presentaron un denario, Jesús les dijo: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?” Le respondieron: “Del César”. Entonces, Jesús les respondió: “Dad, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.Y cuando lo oyeron hablar de ese modo, se maravillaron de su respuesta y, dejándolo, se retiraron. (San Mateo, 22:15 a 22; San Marcos, 12:13 a 17.) 6. La cuestión propuesta a Jesús estaba motivada por la circunstancia de que los judíos detestaban el tributo que les imponían los romanos, razón por la cual habían hecho del pago de ese tributo una cuestión religiosa. Habían formado un partido numeroso contrario al impuesto. Por consiguiente, el pago del tributo era para ellos un tema de irritante actualidad, sin lo cual no hubiera tenido ningún sentido la pregunta formulada a Jesús: “¿Nos está permitido pagar o dejar de pagar el tributo al César?”. Esta pregunta escondía una trampa, porque, según la respuesta que diera Jesús, los fariseos esperaban excitar en contra de Él a la autoridad romana, o bien a los judíos disidentes. No obstante, “Jesús, que conocía la malicia de ellos”, eludió la dificultad impartiéndoles una lección de justicia, al decir que a cada uno debe dársele lo que le corresponde. (Véase, en la Introducción, el artículo “Publicanos”.) 7. Esta máxima: “Dad al César lo que es del César”, no debe ser entendida de una manera restrictiva ni absoluta. Como todas las enseñanzas de Jesús, se trata de un principio general, resumido en una forma práctica y usual, y deducido de una circunstancia particular. Ese principio es la consecuencia de aquel otro según el cual debemos obrar, en relación con los demás, como quisiéramos que los demás obrasen en relación con nosotros. Condena todo perjuicio material y moral que se pueda causar al prójimo, toda violación de sus intereses. Prescribe el respeto a los derechos de cada uno, así como cada uno desea que se respeten los suyos. Se extiende al cumplimiento de los deberes contraídos para con la familia, la sociedad y la autoridad, tanto como para con los individuos en general.