Hacer el bien sin ostentación
1. “Tened cuidado de no practicar las buenas obras delante de los hombres para que estos las vean, de lo contrario no recibiréis la recompensa de vuestro Padre que está en los Cielos. Por lo tanto, cuando des limosna, no hagas sonar la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. En verdad os digo, que ellos ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha; para que la limosna permanezca en secreto, y tu Padre, que ve lo que ocurre en secreto, te recompensará.” (San Mateo, 6:1 a 4.) 2. Cuando Jesús descendió del monte, lo siguió una gran multitud. En ese momento, un leproso fue a su encuentro y lo adoró, diciendo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió su mano, lo tocó y dijo: “Quiero, queda curado”. Y al instante la lepra fue curada. Entonces Jesús le dijo: “Mira, no se lo digas a nadie; sino ve a mostrarte ante los sacerdotes, y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio”. (San Mateo, 8:1 a 4.)