Capítulo 13 – No Sepa Tu Mano Izquierda lo que da Tu Mano Derecha – 16
La mujer rica, feliz, que no precisa ocupar su tiempo en los trabajos de la casa, ¿no podría consagrar algunas horas a trabajos útiles para sus semejantes? Que compre, con lo que le sobra de sus placeres, algo con qué cubrir al desdichado que tirita de frío. Que confeccione, con sus delicadas manos, prendas toscas pero abrigadas. Que ayude a la madre a cubrir al hijo que va a nacer. Si bien su propio hijo se quedará con algunos encajes de menos, el vástago de la pobre tendrá con qué entrar en calor. Trabajar para los pobres es trabajar en la viña del Señor.Y tú, pobre obrera, que no dispones de lo superfluo pero que, en el amor que sientes por tus hermanos, también quieres dar algo de lo poco que posees, da algunas horas de tu jornada, de tu tiempo, que representa tu único tesoro. Haz algunos de esos trabajos delicados que tientan a los felices del mundo. Vende el producto de tus vigilias, y también estarás en condiciones de ofrecer a tus hermanos tu cuota de alivio. Tal vez tengas algunas prendas menos, pero le darás zapatos al que anda descalzo.Y vosotras, mujeres devotas de Dios, trabajad también en su obra. Con todo, que vuestros trabajos delicados y costosos no sólo sean destinados a adornar vuestras capillas, para llamar la atención sobre vuestra habilidad y vuestra paciencia. Trabajad, hijas mías, y que el producto de vuestras labores sea consagrado al alivio de vuestros hermanos en Dios. Los pobres son sus hijos bienamados. Trabajar para ellos es glorificar al Señor. Sed para los pobres la Providencia, que dice: “Dios da alimento a las aves del Cielo”. Que el oro y la plata que vuestras manos tejen, se transformen en ropas y alimentos para los que no los tienen. Haced eso, y vuestro trabajo será bendecido.Todos vosotros, que estáis en condiciones de producir y de dar, hacedlo. Dad de vuestra capacidad intelectual, dad de vuestra inspiración, dad de vuestro corazón, que Dios os bendecirá. Poetas, literatos, que no sois leídos más que por las personas mundanas, dad satisfacción a su ocio, pero que el beneficio de alguna de vuestras obras sea consagrado al alivio de los desdichados. Pintores, escultores, artistas de todos los géneros, vaya también vuestra inteligencia en auxilio de vuestros hermanos; no por eso será menor vuestra fama, y habrá algunos padecimientos menos.Todos podéis dar. Cualquiera que sea la clase a la que pertenezcáis, tenéis alguna cosa que podéis compartir. Sea lo que fuere que Dios os haya concedido, debéis una parte de lo que os dio a aquel a quien le falta lo necesario, porque si estuvierais en su lugar, mucho os gustaría que alguien compartiera con vosotros. Vuestros tesoros en el mundo serán algo más reducidos, pero vuestros tesoros en el Cielo serán más abundantes. Allí recibiréis el céntuplo de los beneficios que hayáis sembrado en la Tierra. (Juan. Burdeos, 1861.)