Capítulo 14 – Honra a Tu Padre y a Tu Madre – 4
Dios ha dicho: “Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas largo tiempo en la tierra que el Señor tu Dios te dará”. ¿Por qué Él promete como recompensa la vida en la Tierra y no la vida celestial? La explicación se encuentra en esta frase: “Que Dios te dará”, la cual, suprimida en la fórmula moderna del Decálogo, altera su sentido. Para que comprendamos esas palabras, es preciso que nos remitamos a la situación y a las ideas de los hebreos en la época en que fueron pronunciadas. Ellos todavía no comprendían la vida futura. Su visión no se extendía más allá de la vida corporal. Tenían, pues, que ser impresionados más por lo que veían que por lo que no veían, razón por la cual Dios les habla en un lenguaje que está más a su alcance, como si se dirigiera a niños, y les muestra en perspectiva lo que puede satisfacerlos. Los hebreos todavía se hallaban en el desierto, y la tierra que Dios les dará es la Tierra Prometida, el objetivo de sus aspiraciones. No deseaban nada más que eso, y Dios les dice que vivirán en ella largo tiempo, es decir, que la poseerán por largo tiempo, en caso de que observen sus mandamientos.No obstante, al advenimiento de Jesús las ideas de los hebreos ya estaban más desarrolladas. Había llegado la hora de que recibieran una alimentación menos grosera, de modo que el Maestro los inicia en la vida espiritual al decir: “Mi reino no es de este mundo. Allá, y no en la Tierra, recibiréis la recompensa de vuestras buenas obras”. Con esas palabras, la Tierra Prometida material se transforma en una patria celestial. Por eso, cuando Él los llama a la observancia de aquel mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre”, ya no les promete la Tierra, sino el Cielo.