Capítulo 14 – Honra a Tu Padre y a Tu Madre – 8

Parentesco corporal y parentesco espiritual

Los lazos de la sangre no determinan necesariamente los vínculos entre los Espíritus. El cuerpo procede del cuerpo, pero el Espíritu no procede del Espíritu, porque este ya existía antes de que el cuerpo se formara. No es el padre quien crea el Espíritu de su hijo: sólo le proporciona una envoltura corporal. Con todo, corresponde al padre contribuir al desarrollo intelectual y moral de su hijo, a fin de que ese Espíritu progrese.Los Espíritus que encarnan en una misma familia, sobre todo como parientes cercanos, son la mayoría de las veces Espíritus simpáticos, ligados por relaciones anteriores que se traducen en un afecto recíproco durante la vida terrenal. No obstante, también puede suceder que sean Espíritus absolutamente extraños unos con otros, divididos por antipatías también anteriores, las que se ponen de manifiesto en la Tierra mediante un mutuo antagonismo, a fin de que les sirva como prueba. Los verdaderos lazos de familia no son, pues, los de la consanguinidad, sino los de la simpatía y la comunión de pensamientos, que relacionan a los Espíritus antes, durante y después de su encarnación. De ahí se sigue que dos seres nacidos de padres diferentes pueden ser más hermanos por el Espíritu que si lo fueran por la sangre. Pueden atraerse, buscarse, complacerse mutuamente, mientras que dos hermanos consanguíneos pueden rechazarse, según se ve todos los días. Es este un problema moral que sólo el espiritismo resuelve mediante la pluralidad de las existencias. Hay, por consiguiente, dos clases de familias: las familias unidas por los vínculos espirituales, y las familias unidas por los lazos corporales. Las primeras son duraderas y se afianzan por medio de la purificación, además de que se perpetúan en el mundo de los Espíritus a través de las diversas migraciones del alma. Las segundas son frágiles como la materia, se extinguen con el tiempo y a menudo se disuelven moralmente, incluso desde la existencia presente. Eso fue lo que Jesús quiso dar a entender cuando dijo a sus discípulos: “Estos son mi madre y mis hermanos”, es decir, mi familia por los lazos del Espíritu, “pues todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos es mi hermano, mi hermana y mi madre”.La hostilidad de los hermanos de Jesús se halla claramente expresada en el relato de san Marcos, pues manifiesta que aquellos tenían el propósito de atraparlo, con el pretexto de que había perdido la razón. Informado de la llegada de sus hermanos, y conociendo los sentimientos que abrigaban para con Él, era natural que Jesús dijera, refiriéndose a sus discípulos, desde el punto de vista espiritual: “Estos son mis verdaderos hermanos”. Como su madre estaba acompañándolos, Él generaliza la enseñanza, lo que no implica de manera alguna que haya pretendido decir que su madre según el cuerpo nada significaba para Él como Espíritu, ni que sólo mereciera indiferencia de su parte. Su conducta en otras circunstancias demostró suficientemente lo contrario.