Fuera de la Iglesia no hay salvación.
Fuera de la verdad no hay salvación
Mientras que la máxima Fuera de la caridad no hay salvación se apoya en un principio universal, y abre a
todos los hijos de Dios el acceso a la felicidad suprema, el dogma Fuera de la Iglesia no hay salvación se basa, no en la fe fundamental en Dios y en la inmortalidad del alma, fe común a todas las religiones, sino en una fe especial, una fe en dogmas particulares. Se trata, pues, de un dogma exclusivo y absoluto. En vez de unir a los hijos de Dios, los separa. En vez de incitarlos a amar a sus hermanos, alimenta y sanciona la irritación entre los sectarios de los diferentes cultos, que se consideran recíprocamente malditos por toda la eternidad, aunque esos sectarios sean parientes o amigos en este mundo. Mediante el desprecio a
la gran ley de igualdad ante la tumba, separa a unos y otros incluso en el cementerio. La máxima Fuera de la caridad no hay salvación es la consagración del principio de la igualdad ante Dios, así como del de la libertad de conciencia. Con esta máxima como regla, todos los hombres son hermanos, y cualquiera que sea la manera en que adoren al Creador, se tienden las manos y oran los unos por los otros. Con el
dogma Fuera de la Iglesia no hay salvación los hombres se imponen el anatema y se persiguen mutuamente, viviendo como enemigos. El padre no ora por su hijo, el hijo no ora por su padre, ni el amigo por el amigo, ya que mutuamente se consideran condenados sin remisión. Por consiguiente,
es un dogma esencialmente contrario a las enseñanzas de Cristo y a la ley evangélica.