Preservarse de la avaricia
3. Entonces, en medio de la turba, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia que nos tocó”. Pero Jesús le dijo: “¡Oh, hombre! ¿Quién me ha designado para que os juzgue, o para que reparta entre vosotros?” Y les dijo: “Sed cuidadosos de guardaros de la avaricia, porque sea cual fuere la abundancia en que el hombre se halle, su vida no depende de los bienes que posee”. Les relató a continuación esta parábola: “Había un hombre cuyas tierras habían producido en abundancia, y pensaba entre sí de este modo: ‘¿Qué haré, pues ya no tengo lugar donde guardar todo lo que he cosechado?’ Y dijo: ‘Esto es lo que haré: Demoleré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pondré toda mi cosecha y todos mis bienes. Y le diré a mi alma: Alma mía, tienes muchos bienes en reserva para largos años; descansa, come, bebe, goza’. Pero Dios, al mismo tiempo, dijo a ese hombre: ‘¡Qué insensato eres! Esta misma noche reclamarán tu alma; ¿para quién será lo que acumulaste?’”Eso le sucede al que acumula tesoros para sí mismo, y no es rico para con Dios”. (San Lucas, 12:13 a 21.)