Capítulo 16 – No Se Puede Servir a Dios Y a Mamón – 5

Parábola del rico malo

5. “Había un hombre rico que se vestía con púrpura y lino, y que se trataba a sí mismo magníficamente todos los días. Había también un pobre, llamado Lázaro, tirado junto a su puerta y cubierto de úlceras, a quien mucho le gustaría poder saciar su hambre con las migajas que caían de la mesa del rico; pero nadie le daba, y los perros venían a lamerle las llagas. Entonces sucedió que el pobre murió y fue conducido por los ángeles hasta el seno de Abraham. El rico también murió, y tuvo por sepultura el infierno. Cuando se hallaba entre los tormentos, el rico levantó los ojos, y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y gritando, dijo estas palabras: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí, y envíame a Lázaro, para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, pues padezco un horrible tormento en esta llama’.”Pero Abraham le respondió: ‘Hijo mío, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y que Lázaro sólo tuvo males; por eso, ahora él recibe consuelo, y tú tormentos.”Además, existe un gran abismo entre nosotros y vosotros, de modo que los que quieran pasar de aquí para ahí, no pueden, como tampoco ninguno puede pasar del lugar en que tú estás para aquí’.”El rico le dijo: ‘Entonces te suplico, padre Abraham, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, donde tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio de estas cosas, y no vengan también ellos a este lugar de tormentos’. Abraham le replicó: ‘Ellos tienen a Moisés y los profetas; que los escuchen’. El rico dijo: ‘No, padre Abraham, sino que si alguno de los muertos fuera a decírselo, harán penitencia’. Abraham le respondió: ‘Si ellos no escuchan a Moisés ni a los profetas, tampoco creerán cuando alguno de los muertos resucite’.” (San Lucas, 16:19 a 31.)