Capítulo 21 – Habrá Falsos Cristos y Falsos Profetas – 11
Esto dice el Señor de los ejércitos: “No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan y os engañan. Ellos difunden las visiones de su propio corazón y no lo que aprendieron de la boca del Señor. Dicen a los que me desprecian: ‘El Señor lo dijo, paz tendréis’; y a todos los que caminan en la corrupción de sus corazones: ‘No os sucederá nada malo’. Con todo, ¿quién entre ellos asistió al consejo de Dios? ¿Quién vio y oyó lo que Él dijo? Yo no envié a esos profetas, y ellos corrieron por sí mismos. Yo no les hablé, y ellos profetizaron de sus cabezas. He oído lo que dicen esos profetas que en mi nombre profetizan la mentira, diciendo: ‘He soñado, he soñado’. ¿Hasta cuándo esa imaginación estará en el corazón de los profetas que profetizan la mentira, y cuyas profecías no son más que las seducciones de su corazón? Así pues, cuando este pueblo, o un profeta, o un sacerdote, os pregunten, diciendo: ‘¿Cuál es el fardo del Señor?’ Les diréis: ‘Vosotros mismos sois el fardo, y yo os arrojaré bien lejos de mí, dice el Señor’.” (Jeremías, 23:16 a 18, 21, 25, 26 y 33.) Amigos míos, voy a hablaros sobre este pasaje del profeta Jeremías. A través de su boca habló Dios, y dijo: “Las visiones de su corazón los hacen hablar”. Esas palabras indican claramente que ya en aquella época los charlatanes y los exaltados abusaban del don de profecía y lo explotaban. Abusaban, por consiguiente, de la fe sencilla y casi ciega del pueblo, y hacían predicciones por dinero sobre cosas buenas y agradables. Esta clase de fraude estaba muy difundida en la nación judía, y es fácil comprender que el pobre pueblo, en su ignorancia, no tenía la posibilidad de distinguir los buenos de los malos, e invariablemente sufría, en mayor o menor medida, víctima de los supuestos profetas, que sólo eran impostores o fanáticos. Nada hay más significativo que estas palabras: “Yo no envié a esos profetas, y ellos corrieron por sí mismos. Yo no les hablé, y ellos profetizaron”. Más adelante, dice: “He oído lo que dicen esos profetas que en mi nombre profetizan la mentira, diciendo: ‘He soñado, he soñado’.” Indicaba de ese modo uno de los medios que empleaban para explotar la confianza que se les dispensaba. La multitud, siempre crédula, no pensaba en corroborar la veracidad de sus sueños o de sus visiones. Todo eso le parecía muy natural, y siempre invitaba a los profetas a que hablaran. A continuación de las palabras del profeta Jeremías, escuchad los sabios consejos del apóstol san Juan, cuando dice: “No creáis a todo Espíritus, sino verificad si los Espíritus son de Dios”, porque entre los invisibles los hay también que se complacen en engañar cuando encuentran la ocasión. Los burlados son, sin duda, los médiums que no toman las debidas precauciones. Ese es, indiscutiblemente, uno de los mayores escollos con el que muchos tropiezan, sobre todo cuando son novatos en el espiritismo. Para ellos constituye una prueba, que sólo habrán de superar si emplean suma prudencia. Aprended, pues, ante todo, a distinguir los Espíritus buenos de los malos, para que no os convirtáis vosotros mismos en falsos profetas. (Luoz, Espíritu protector. Carlsruhe, 1861.)