Capítulo 27 – Pedid y se os Dará – 16 a 17

Oraciones inteligibles

16. “Si yo no entiendo el significado de las palabras, seré un bárbaro para aquel a quien hablo, y el que me habla será un bárbaro para mí. – Si oro en una lengua que no entiendo, mi corazón ora, pero mi inteligencia queda sin fruto. – Si alabas a Dios sólo con el corazón, ¿de qué modo un hombre entre los que sólo entienden su propia lengua responderá amén cuando finalices tu acción de gracias, si no entiende lo que tú dices? No es que tu acción no sea buena, sino que los otros no se edifican con ella.” (San Pablo, Primera Epístola a los Corintios, 14:11, 14, 16 y 17.) 17. La oración sólo tiene valor en función del pensamiento que está asociado a ella. Ahora bien, es imposible relacionar un pensamiento con lo que no se comprende, pues lo que no se comprende no puede conmover el corazón. Para la inmensa mayoría de las personas, las oraciones hechas en un lenguaje incomprensible no son más que un conjunto de palabras que nada dicen al espíritu. Para que la oración conmueva, es necesario que cada palabra despierte una idea, y si esas palabras no se comprenden, no pueden despertar idea alguna. En ese caso, la oración se repite como una simple fórmula, cuya virtud dependerá de la cantidad de veces que se diga. Muchos oran por deber, otros en obediencia a las costumbres, razón por la cual consideran que han cumplido cuando han dicho una oración un determinado número de veces, atentos a tal o cual secuencia. Pero Dios lee en el fondo de los corazones, y ve el pensamiento y la sinceridad de cada uno. Así, considerar a Dios más sensible a la forma que al fondo sería menospreciarlo.