Acción de gracias por el bien concedido
a nuestros enemigos
Dios mío, en tu justicia has querido alegrar el corazón de nuestro hermano. Te doy las gracias por él, a pesar del mal que me ha hecho o ha procurado hacerme. Si se valiese de ese bien para humillarme, lo aceptaré como una prueba para mi caridad. Espíritus buenos que me protegéis, no permitáis que experimente por ello ningún pesar. Desviad de mí la envidia y los celos que degradan. Inspiradme, por el contrario, la generosidad que eleva. La humillación está en el mal y no en el bien, y sabemos que tarde o temprano a cada uno se hará justicia según sus obras.