Para un enemigo muerto
Señor, te has dignado llamar antes que a mí al alma de nostro hermano. Le perdono el daño que me ha hecho y sus malas intenciones hacia mí. Ojalá se arrepienta por ello, ahora que ya no alienta las ilusiones de este mundo. Que tu misericordia, Dios mío, se extienda sobre él, y aparte de mí el pensamiento de alegrarme de su muerte. Si le hice mal, que me lo perdone, del mismo modo que yo olvido el mal que él me ha hecho.