Para los Espíritus arrepentidos
Dios de misericordia, que aceptas el arrepentimiento sincero del pecador, ya sea que esté encarnado o desencarnado, aquí tienes un Espíritu que se complacía en el mal, pero que reconoce sus faltas e ingresa en el camino del bien. Dígnate, ¡oh Dios mío!, recibirlo como un hijo pródigo y perdonarlo. Espíritus buenos, aunque él haya despreciado vuestra voz, de aquí en adelante desea escucharos. Permitidle entrever la felicidad de los elegidos del Señor, a fin de que persista en el deseo de purificarse para conseguirla. Amparadlo en sus buenas resoluciones, y dadle fuerza para resistir a sus malos instintos. Espíritu de nuestro hermano, te felicitamos por tu conversión, y damos gracias a los Espíritus buenos que te han ayudado. Si antes te complacías en hacer el mal, era porque no comprendías cuán dulce es el goce de hacer el bien. Además, te considerabas demasiado insignificante para pretender conseguirlo. Sin embargo, desde el instante en que pusiste el pie en el camino del bien, una nueva luz ha brillado para ti. Empezaste a disfrutar de una felicidad que no conocías, y la esperanza ha penetrado en tu corazón. Eso se debe a que Dios escucha siempre la oración del pecador arrepentido, y no rechaza a ninguno de los que acuden a Él. Para volver a obtener por completo la gracia del Señor, aplícate, de ahora en adelante, no sólo a no hacer el mal sino, sobre todo, a reparar el mal que hiciste. Entonces habrás satisfecho la justicia de Dios. Cada una de las buenas acciones que practiques borrará una de tus faltas del pasado. Has dado el primer paso. Ahora, cuanto más avances en el camino, tanto más fácil y agradable te resultará. Persevera, pues, y un día tendrás la gloria de ser contado entre los Espíritus buenos y entre los  bienaventurados.