Para los obsesos – la diga el obseso
Dios mío, permite que los Espíritus buenos me liberen del Espíritu maligno que se ha vinculado a mí. Si se trata de una venganza por los males que le hice en el pasado, tú lo permites, Dios mío, para mi castigo, y sufro las consecuencias de la falta que cometí. ¡Que mi arrepentimiento merezca tu perdón y mi libertad! No obstante, cualquiera que sea el motivo de mi perseguidor, imploro tu misericordia para él. Dígnate facilitarle el camino del progreso, que lo desviará de la idea de hacer el mal. Por mi parte, pueda yo devolverle bien por mal, e inducirlo de ese modo a mejores sentimientos. Pero también sé, ¡oh Dios mío!, que son mis imperfecciones las que me hacen accesible a las influencias de los Espíritus imperfectos. Dame la luz necesaria para que los reconozca y, sobre todo, combate en mí el orgullo que me ciega con relación a mis defectos. ¡Cuál no será, pues, mi indignidad, si un ser maligno puede dominarme! Haz, Dios mío, que ese golpe aplicado a mi vanidad me sirva de lección para el porvenir; que me fortalezca en la resolución que adopto de purificarme mediante la práctica del bien, de la caridad y de la humildad, a fin de oponer, de ahora en adelante, una barrera a las malas influencias. Señor, dame fuerza para soportar esta prueba con paciencia y resignación. Comprendo que, como todas las otras pruebas, esta debe contribuir a mi adelanto, si no pierdo sus frutos con mis quejas, pues me proporciona la  ocasión de poner de manifiesto mi sumisión, y de ejercitar mi caridad para con un hermano desdichado, perdonándole el mal que me hace.