Capítulo 11- Amar Al Prójimo Como a Sí Mismo – 12
Si los hombres se amaran con un mutuo amor, la caridad se practicaría mejor. Con todo, para eso sería preciso que os esforzarais por desembarazaros de esa coraza que cubre vuestros corazones, a fin de que fueran más sensibles para con los que sufren. El rigor mata los buenos sentimientos. Cristo no se desanimaba. No rechazaba al que iba en busca de Él, fuera quien fuese. Socorría tanto a la mujer adúltera como al criminal. Nunca temió que su reputación fuera perjudicada por eso. ¿Cuándo, pues, habréis de tomarlo como modelo de vuestras acciones? Si la caridad reinara en la Tierra, el malo no predominaría en ella: huiría avergonzado, se ocultaría, pues se hallaría desubicado en cualquier lugar. En ese caso, el mal desaparecería; estad convencidos de ello. Comenzad vosotros mismos por dar el ejemplo. Sed caritativos para con todos indistintamente. Esforzaos por no prestar atención a los que os miran con desdén, y dejad a Dios la tarea de hacer justicia, porque cada día, en su reino, Él separa la cizaña del trigo.El egoísmo es la negación de la caridad. Ahora bien, sin caridad no habrá paz en la sociedad. Os digo más, no habrá seguridad. Con el egoísmo y el orgullo dándose la mano, la vida será siempre una carrera en la que triunfa el más astuto, una lucha de intereses en la que son pisoteados los más puros afectos, en la que ni siquiera se respetan los sagrados lazos de la familia. (Pascal. Sens, 1862.)