Capítulo 11 – Amar Al Prójimo Como a Sí Mismo – 15

¿Debemos exponer la vida por un malhechor?

Un hombre se encuentra en peligro de muerte. Para salvarlo, debemos exponer nuestra vida. Sin embargo, sabemos que ese hombre es un malhechor y que, si lo libráramos de la muerte, podría cometer nuevos crímenes. A pesar de eso, ¿debemos exponernos para salvarlo? Esta es una cuestión muy delicada, que naturalmente puede presentarse al entendimiento. Responderé según mi adelanto moral, pues se trata de saber si se debe exponer la propia vida, incluso por un malhechor. La abnegación es ciega. Del mismo modo que se presta socorro a un enemigo personal, se debe socorrer a un enemigo de la sociedad, en una palabra, a un malhechor. Pues no creáis que ese desgraciado sólo se librará de la muerte. Es probable que se libre de todo su pasado. En efecto, imaginad que en esos breves instantes que le arrebatan los últimos minutos de su vida, ese hombre perdido recapacita acerca de su pasado, o mejor aún, que toda su vida se presenta delante de él. Tal vez la muerte le llegue demasiado pronto, y en ese caso su próxima reencarnación podría ser terrible. ¡Salvadlo, pues, hombres! Vosotros, a quienes la ciencia espírita ha iluminado, ¡salvadlo! Arrojaos para librarlo de su perdición. Y entonces, tal vez, ese hombre, que hubiera muerto blasfemando contra vosotros, se arroje en vuestros brazos. Con todo, no debéis preguntaros si lo hará o no. Id en su auxilio, porque al salvarlo obedecéis a esa voz del corazón que os dice: “Puedes salvarlo, ¡sálvalo entonces!” (Lamennais. París, 1862.)