Capítulo 13 – No Sepa Tu Mano Izquierda lo que da Tu Mano Derecha – 14
Hay diversas maneras de hacer la caridad, a la que muchos de vosotros confunden con la limosna. No obstante, existe una gran diferencia entre una y otra. La limosna, amigos míos, algunas veces es útil, porque alivia a los pobres; pero casi siempre resulta humillante, tanto para quien la da como para quien la recibe. La caridad, por el contrario, vincula al benefactor con el beneficiado, y además ¡se disimula de mil maneras! Se puede ser caritativo incluso con los parientes y los amigos, si sois indulgentes los unos con los otros, y os perdonáis recíprocamente las debilidades, cuidando de no herir el amor propio de nadie. Vosotros, espíritas, podéis ser caritativos en vuestra manera de proceder para con los que no piensan como vosotros, induciendo a los menos ilustrados a creer, aunque sin chocar, sin contradecir abierta y violentamente sus convicciones, sino atrayéndolos con discreción a nuestras reuniones, donde podrán escucharnos y donde sabremos descubrir la brecha en su corazón, a fin de que penetremos en él. Ese es uno de los aspectos de la caridad.Escuchad ahora en qué consiste la caridad para con los pobres, esos desheredados de la Tierra, pero que son recompensados por Dios si saben aceptar su miseria sin lamentarse, lo que de vosotros depende. Voy a hacerme entender mediante un ejemplo.Concurro varias veces a la semana a una reunión de señoras de todas las edades. Para nosotros, como lo sabéis, todas son hermanas. ¿Qué hacen? Trabajan con prisa, con mucha prisa. Sus dedos son ágiles. Además, observad la alegría en sus rostros y cómo laten al unísono sus corazones. Pero ¿con qué fin trabajan? Ven que se aproxima el invierno, que será crudo para los hogares humildes. Las hormigas no han conseguido reunir durante el verano las provisiones necesarias, y la mayor parte de sus bienes han sido empeñados. ¡Las pobres madres se inquietan y lloran al pensar en sus pequeños hijos que, durante la estación invernal, padecerán frío y hambre! ¡Tened paciencia, mujeres indigentes! Dios ha inspirado a otras más afortunadas que vosotras. Ellas se reunieron y están confeccionando algunas prendas infantiles. Después, alguno de estos días, cuando el suelo esté cubierto de nieve y vosotras os quejéis, diciendo: “Dios no es justo”, pues esas son vuestras palabras habituales cuando sufrís, veréis aparecer al hijo de alguna de esas bondadosas trabajadoras, que se han transformado en obreras de los menesterosos. En efecto, ellas trabajan para vosotras. Así, vuestras quejas se convertirán en bendiciones, porque dentro del corazón del desdichado, el amor y el odio van a la par.Como esas trabajadoras necesitan aliento, los mensajes de los Espíritus buenos les llegan de todos lados. Los hombres que forman parte de esa sociedad también les brindan su aporte, mediante alguna de esas lecturas que tanto agradan. Y nosotros, a fin de recompensar el empeño de todos y de cada uno en particular, prometemos a las laboriosas obreras una abundante clientela que les pagará al contado, en bendiciones, que son la única moneda que circula en el Cielo, garantizándoles además, sin temor a equivocarnos, que esa moneda no les faltará. (Cárita. Lyon, 1861.)