Capítulo 15 – Fuera de La Caridad No Hay Salvación – 2
2. Entonces, un doctor de la ley se levantó y le dijo, para tentarlo: “Maestro, ¿qué debo hacer para poseer la vida eterna?” Le respondió Jesús: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?” Él respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Respondiste muy bien. Haz eso y vivirás”.Pero ese hombre, queriendo parecer que era justo, dijo a Jesús: “Y ¿quién es mi prójimo?” Jesús tomó la palabra y le dijo:“Un hombre que bajaba de Jerusalén hacia Jericó, cayó en manos de ladrones, que lo despojaron, lo cubrieron de heridas, y se marcharon dejándolo medio muerto. Sucedió a continuación que un sacerdote descendía por el mismo camino y, al verlo, siguió adelante. Un levita, que también pasó por el lugar, luego de observarlo, siguió del mismo modo su camino. Pero un samaritano que iba de paso, al llegar al lugar donde yacía aquel hombre, y habiéndolo visto, tuvo compasión. Se aproximó a él, derramó aceite y vino en sus heridas, y las vendó. Después lo acomodó sobre su propio caballo, lo llevó hasta una posada y cuidó de él. Al día siguiente tomó dos denarios, y se los entregó al posadero diciéndole: ‘Cuida bien a este hombre, y todo lo que gastes de más te lo pagaré cuando regrese’.”¿Cuál de los tres te parece que ha sido el prójimo de aquel que cayó en manos de los ladrones?” El doctor le respondió: “Aquel que practicó la misericordia para con él”. “Entonces ve, le dijo Jesús, y haz tú lo mismo”. (San Lucas, 10:25 a 37)