Capítulo 16 – No Se Puede Servir a Dios Y a Mamón – 12
Cuando considero cuán breve es la vida, me impresiona dolorosamente la incesante preocupación de que es objeto en vosotros el bienestar material, mientras que atribuís tan poca importancia a vuestro perfeccionamiento moral, al que consagráis poco o ningún tiempo, y que debe importaros para la eternidad. Podría decirse, al considerar la actividad que desplegáis, que se trata de una cuestión del más elevado interés para la humanidad, mientras que en la mayoría de los casos sólo se trata de que os ponéis en condiciones de satisfacer necesidades exageradas o la vanidad, o de que os entregáis a excesos. ¡Cuántas aflicciones, inquietudes y tormentos se imponen cada uno; cuántas noches de insomnio para incrementar una fortuna que muchas veces es más que suficiente! Para colmo de la ceguera, no es raro encontrar personas esclavizadas a penosos trabajos por el apego descontrolado a las riquezas y a los goces que proporciona, que se vanaglorian de una existencia a la cual denominan de sacrificios y méritos, ¡como si trabajasen para los otros y no para ellos mismos! ¡Insensatos! ¿Acaso creéis realmente que os serán tomados en cuenta los cuidados y los esfuerzos que invertís impulsados por el egoísmo, la ambición o el orgullo, mientras que descuidáis vuestro porvenir, así como los deberes que la solidaridad fraterna impone a todos los que gozan de las ventajas de la vida social? Apenas habéis pensado en vuestro cuerpo y en su bienestar. Sus goces han sido el exclusivo objeto de vuestro egoísta esmero. Por ese cuerpo, que habrá de morir, habéis despreciado a vuestro Espíritu, que vivirá para siempre. Por eso mismo, ese señor tan mimado y acariciado se ha vuelto vuestro tirano. Él comanda a vuestro Espíritu, que se ha convertido en su esclavo. ¿Será ese el objetivo de la existencia que Dios os concedió? (Un Espíritu protector. Cracovia, 1861.)