Capítulo 16 – No Se Puede Servir a Dios Y a Mamón – 6

Parábola de los talentos

“El Señor obra como un hombre que, teniendo que hacer un largo viaje fuera de su país, llamó a sus servidores y les encomendó sus bienes. Después de dar cinco talentos a uno, dos a otro y uno a otro, a cada cual según su capacidad, partió de inmediato. Entonces el que había recibido cinco talentos se fue, negoció con aquel dinero y ganó otros cinco talentos. Del mismo modo, el que había recibido dos, ganó otros dos. Pero el que apenas había recibido uno, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de largo tiempo, el señor de aquellos servidores regresó y los llamó a rendir cuentas. Vino el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, me entregaste cinco talentos; aquí tienes, además, otros cinco que gané’. Le respondido su señor: ‘Bien, servidor bueno y fiel; fuiste fiel en poca cosa, te confiaré muchas otras; entra en el gozo de tu señor’. El que había recibido dos talentos se presentó a su turno y le dijo: ‘Señor, me entregaste dos talentos; aquí tienes, además, otros dos que gané’. Su señor le respondió: ‘Bien, servidor bueno y fiel, fuiste fiel en poca cosa, te confiaré muchas otras; entra en el gozo de tu señor’. Vino a continuación el que había recibido solamente un talento, y dijo: ‘Señor, sé que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde nada pusiste; por eso, como tenía temor de ti, escondí tu talento en la tierra; aquí está: te devuelvo lo que es tuyo’. Pero su señor le respondió: ‘Servidor malo y perezoso; sabías que siego donde no sembré y recojo donde nada puse; debías entregar mi dinero a los banqueros, para que a mi regreso yo tuviera con intereses lo que me pertenece. Quítenle, pues, su talento y dénselo al que tiene diez talentos; porque a todos los que ya tienen se les dará y quedarán con mayor cantidad de bienes; pero al que nada tiene, se le quitará hasta lo que parezca que tiene. Y a ese servidor inútil echadlo a las tinieblas exteriores, donde habrá llantos y crujir de dientes’.” (San Mateo, 25:14 a 30.)