Capítulo 19 – La Fe Transporta Montañas – 5
El poder de la fe encuentra una aplicación directa y especial en la acción magnética. Por su intermedio el hombre actúa sobre el fluido, que es el agente universal. Modifica sus cualidades y le da un impulso que, por decirlo así, es irresistible. Por esa razón, la persona dotada de un gran poder fluídico normal, en caso de que sume a ese poder su fe ardiente, puede producir esos fenómenos singulares de cura y otros, que antiguamente eran considerados como prodigios, pero que no son más que el efecto de una ley natural. Ese es el motivo por el cual Jesús dijo a sus apóstoles: “Si no lo habéis curado, se debe a que no teníais fe”.