Capítulo 21 – Habrá Falsos Cristos y Falsos Profetas – 10

Los falsos profetas de la erraticidad

Los falsos profetas no sólo se encuentran entre los encarnados. Los hay también, y en mucho mayor número, entre los Espíritus orgullosos que, bajo la engañosa apariencia del amor y la caridad, siembran la desunión y retrasan la obra de emancipación de la humanidad. Para ello, ponen obstáculos mediante los absurdos sistemas que sus médiums aceptan. A los efectos de fascinar mejor a aquellos a quienes se proponen engañar, para dar más consistencia a sus teorías, se apoderan sin escrúpulos de nombres que las personas pronuncian con gran respeto.Esos Espíritus son los que siembran el fermento del antagonismo entre los grupos, son los que los inducen a aislarse unos de otros y a mirarse con desconfianza. Sólo eso sería suficiente para desenmascararlos, porque al proceder de ese modo ellos mismos desmienten formalmente aquello que pretenden ser. Por consiguiente, ciegos son los hombres que se dejan atrapar en una celada tan burda.Con todo, hay otros medios para reconocerlos. Los Espíritus de la categoría a la cual ellos dicen que pertenecen, deben ser no sólo muy buenos, sino también eminentemente racionales. Pues bien, pasad sus sistemas por el tamiz de la razón y del buen sentido, y veréis lo que quedará de ellos. Así pues, convenid conmigo en que cada vez que un Espíritu prescribe, como remedio para los males de la humanidad o como el medio de acceder a su transformación, soluciones utópicas e inviables, medidas pueriles y ridículas, y cuando formula un sistema que se contradice con las más elementales nociones de la ciencia, no puede ser más que un Espíritu ignorante y mentiroso.Por otra parte, creed que así como los individuos no siempre aprecian la verdad, esta siempre conquista el aprecio del buen sentido de las masas, y este es otro criterio a tener en cuenta. Si dos principios se contradicen, encontraréis la medida del valor intrínseco de cada uno cuando verifiquéis cuál de ellos encuentra más eco y simpatía. En efecto, sería ilógico admitir que una doctrina cuyos adeptos disminuyen progresivamente sea más auténtica que otra que ve a los suyos en continuo aumento. Con el propósito de que la verdad llegue a todos, Dios no la limita a un ámbito restringido. Por el contrario, hace que brote en diferentes lugares, a fin de que por todas partes la luz esté junto a las tinieblas.Rechazad con determinación a todos esos Espíritus que se presentan como consejeros exclusivos, que predican la división y el aislamiento. Casi siempre son Espíritus vanidosos y mediocres que tratan de imponerse a los hombres débiles y crédulos mediante las alabanzas exageradas que les prodigan, a fin de fascinarlos y mantenerlos bajo su dominio. Por lo general, son Espíritus sedientos de poder que mientras vivían se comportaron como déspotas, ya sea en público o en la vida privada, y que aun después de haber muerto buscan víctimas a las cuales sojuzgar. En general, desconfiad de las comunicaciones que tienen un carácter de misticismo y de rareza, o que prescriben ceremonias y actos extravagantes. En esos casos existe siempre un motivo legítimo de sospecha. Por otra parte, tened la convicción de que cuando se debe revelar una verdad a la humanidad, esa verdad se comunica, por decirlo así, simultáneamente a todos los grupos serios, que cuentan con médiums serios, y no a este o aquel con exclusión de los demás. Ningún médium es perfecto si está obseso, y hay una obsesión explícita cuando un médium sólo es apto para recibir las comunicaciones de un determinado Espíritu, por más alto que este trate de colocarse. Por consiguiente, tanto los médiums como los grupos que se consideran privilegiados por obtener comunicaciones que sólo ellos están en condiciones de recibir, y que, por otra parte, se entregan a prácticas que tienden a la superstición, se encuentran sin duda bajo el influjo de una obsesión perfectamente caracterizada, sobre todo cuando el Espíritu dominador ostenta un nombre al que todos, tanto los encarnados como los Espíritus, deben honrar y respetar, además de impedir que sea empleado de manera irreverente.Es indiscutible que, si se sometieran al tamiz de la razón y de la lógica la totalidad de los datos y de las comunicaciones de los Espíritus, sería fácil rechazar lo absurdo y las equivocaciones. Un médium puede estar fascinado, un grupo puede ser engañado, pero el control riguroso de los grupos restantes, el conocimiento adquirido, la elevada autoridad moral de los directores de los grupos, así como las comunicaciones de los principales médiums, que reciben una impronta de lógica y de autenticidad de nuestros mejores Espíritus, pronto harán justicia a esos dictados engañosos y arteros, emanados de una turba de Espíritus mentirosos o malintencionados. (Erasto, discípulo de san Pablo. París, 1862.)