No os pongáis en trabajos para tener oro
“No os pongáis en trabajos para tener oro o plata, u otra moneda, en vuestra bolsa. No preparéis alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, porque el trabajador merece su alimento.” 10. “Cuando entréis en alguna ciudad o aldea, averiguad quién es digno de daros hospedaje, y permaneced en su casa hasta que os marchéis. Y cuando entréis en la casa, saludadla diciendo: ‘Que la paz sea en esta casa’. Si esa casa es digna, vuestra paz vendrá sobre ella; y si no lo es, vuestra paz volverá hacia vosotros. ”Cuando alguien no quiera recibiros, ni escuchar vuestras palabras, al salir de la casa o de la ciudad sacudid el polvo de vuestros pies. En verdad os digo: que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad.” (San Mateo, 10:9 a 15.) 11. Esas palabras, que Jesús dirigió a sus apóstoles cuando los envió por primera vez a anunciar la buena nueva, nada tenían de extraño en aquella época. Estaban en correspondencia con las costumbres patriarcales de Oriente, donde el viajero siempre era recibido en la tienda. Pero entonces los viajeros eran escasos. Entre los pueblos modernos, el aumento de la circulación creó nuevas costumbres. Las de los tiempos antiguos sólo se encuentran en las comarcas retiradas, donde el movimiento intenso no ha penetrado aún. Si Jesús volviese hoy, ya no podría decir a sus apóstoles: Poneos en marcha sin provisiones. Además del sentido literal, esas palabras tienen un sentido moral muy profundo. Al expresarse así, Jesús enseñaba a sus discípulos que confiaran en la Providencia. Puesto que ellos no llevaban nada, no despertarían la ambición de quienes los recibiesen. Ese era el medio para distinguir a los caritativos de los egoístas. Por eso les dijo: “Procurad saber quién es digno de daros hospedaje”, es decir, quién es suficientemente humano para albergar al viajero que no tiene con qué pagar, porque esos son dignos de escuchar vuestras palabras. Los reconoceréis por su caridad. En cuanto a los que no quisieran recibirlos ni escucharlos, ¿acaso recomendó Jesús a sus apóstoles que los maldijeran, que se impusiesen a ellos, que emplearan la violencia y los apremios para convertirlos? No, sino que les indicó pura y simplemente que fuesen a otros lugares, y que buscasen personas de buena voluntad. Lo mismo expresa actualmente el espiritismo a sus adeptos: No ejerzáis violencia sobre ninguna conciencia; no obliguéis a ninguna persona a que deje sus creencias para adoptar la vuestra; no lancéis el anatema a los que no piensan como vosotros; recibid a los que se acerquen a vosotros y dejad en paz a los que os rechacen. Recordad las palabras de Cristo: En otro tiempo, el Cielo se tomaba por la violencia; hoy se conquista mediante la dulzura.