Para un niño recién nacido
Espíritu que has encarnado en el cuerpo de nuestro hijo, bienvenido seas entre nosotros. Dios Todopoderoso, que nos lo has enviado, bendito seas. Este hijo constituye un encargo que nos ha sido confiado y del que un día deberemos rendir cuentas. Si pertenece a la nueva generación de Espíritus buenos que habrán de poblar la Tierra, ¡gracias, Dios mío, por ese favor! Si se trata de un alma imperfecta, nuestro deber es ayudarlo para que progrese en el camino del bien, mediante nuestros consejos y buenos ejemplos. Si cae en el mal por culpa nuestra, responderemos por ello ante ti, pues habremos fracasado en nuestra misión para con él.  Señor, ampáranos en nuestra tarea, y danos la fuerza y la voluntad para llevarla a cabo. Si este niño debe ser un motivo de pruebas para nosotros, ¡que se cumpla tu voluntad! Espíritus buenos que habéis presidido su nacimiento y que debéis acompañarlo durante su vida, no lo abandonéis. Apartad de él a los Espíritus inferiores que pudieran inducirlo al mal. Dadle fuerza para resistir a sus sugestiones, y valor para que sufra con paciencia y resignación las pruebas que lo esperan en la Tierra.