Capítulo 4 – Nadie Puede Ver el Reino de Dios Si no Nace de Nuevo – 4 a 6

Resurrección y reencarnación

4. La reencarnación formaba parte de los dogmas de los judíos bajo el nombre de resurrección. Sólo los saduceos, que pensaban que todo concluye con la muerte, no creían en ella. Las ideas de los judíos acerca de este punto, como sobre muchos otros, no estaban claramente definidas, porque sólo tenían nociones vagas e incompletas respecto al alma y su vínculo con el cuerpo. Creían que un hombre que ha vivido podía volver a vivir, sin explicarse con precisión de qué manera eso podía suceder. Designaban con la palabra resurrección lo que el espiritismo llama, más razonablemente, reencarnación. En efecto, la resurrección supone la vuelta a la vida del cuerpo que está muerto, pero la ciencia demuestra que eso es materialmente imposible, sobre todo cuando, desde mucho tiempo antes, los elementos de ese cuerpo se hallan dispersos y han sido absorbidos. La reencarnación es el regreso del alma o Espíritu a la vida corporal, pero en otro cuerpo, nuevamente formado para él, y que no tiene nada en común con el antiguo. Así, la palabra resurrección podía aplicarse a Lázaro, pero no a Elías ni a los otros profetas. Según sus creencias, pues, si Juan el Bautista era Elías, entonces el cuerpo de Juan no podía ser el de Elías, puesto que se había visto a Juan de niño, y se conocía a su padre y a su madre. Por consiguiente, Juan podía ser Elías reencarnado, pero no resucitado. 5. Había un hombre entre los fariseos, llamado Nicodemo, senador de los judíos, que vino a encontrar a Jesús de noche, y le dijo: “Maestro, sabemos que viniste de parte de Dios para instruirnos como un doctor; porque nadie podría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviera con él”.Jesús le respondió: “En verdad, en verdad te digo: Nadie puede ver el reino de Dios si no nace de nuevo”.Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede un hombre nacer si ya es viejo? ¿Puede volver a entrar en el seno de su madre, para nacer una segunda vez?”.Jesús le respondió: “En verdad, en verdad te digo: si un hombre no renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, es carne; y lo que es nacido del Espíritu, es Espíritu. No te maravilles de que te haya dicho que es necesario nacer de nuevo. El Espíritu sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene, ni adónde va; así es todo hombre nacido del Espíritu”.Nicodemo le respondió: “¿Cómo puede suceder eso?” Jesús le dijo: “¡Cómo! ¿Tú eres maestro en Israel, e ignoras estas cosas? En verdad, en verdad te digo, que no decimos más que lo que sabemos, y que sólo damos testimonio de lo que hemos visto. Con todo, no aceptáis nuestro testimonio. Pero si no me creéis cuando os hablo de las cosas de la Tierra, ¿cómo me creeréis cuando os hable de las cosas del Cielo?” (San Juan, 3:1 a 12.) 6. La idea de que Juan el Bautista era Elías y que los profetas podían volver a vivir en la Tierra se encuentra en muchos de los pasajes de los Evangelios, particularmente en los que han sido transcriptos más arriba (§§ 1 a 3). Si esa creencia hubiese sido una equivocación, Jesús no habría dejado de combatirla, como combatió tantas otras. Lejos de ello, Él la sanciona con toda su autoridad y la coloca como un principio y como una condición necesaria cuando dice: Nadie puede ver el reino de los Cielos si no nace de nuevo. E insiste, al agregar: No te maravilles de que te haya dicho que es NECESARIO nacer de nuevo.