Capítulo 5 – Bienaventurados los Afligidos – 7
Los padecimientos que se deben a causas anteriores suelen ser, al igual que los derivados de las faltas actuales, la consecuencia natural de las faltas cometidas. Esto significa que, por una justicia distributiva rigurosa, el hombre sufre lo que ha hecho sufrir a otros. Si ha sido duro e inhumano, podrá a su vez ser tratado con dureza e inhumanidad. Si ha sido orgulloso, podrá nacer en una condición humillante. Si ha sido avaro, egoísta, o ha hecho mal uso de su fortuna, podrá carecer de lo necesario. Si ha sido mal hijo, los suyos lo harán sufrir, etc.Así se explican, mediante la pluralidad de las existencias y el destino de la Tierra como mundo expiatorio, las anomalías que presenta la distribución de la felicidad y de la desgracia entre los buenos y los malos en este mundo. Esas anomalías sólo existen en apariencia, porque se las considera solamente desde el punto de vista de la vida presente. No obstante, aquel que se eleve con el pensamiento, de modo de abarcar una serie de existencias, verá que a cada uno se le ha dado la parte que merece, sin perjuicio de la que le corresponderá en el mundo de los Espíritus, y descubrirá que la justicia de Dios nunca cesa.El hombre jamás debe olvidar que se halla en un mundo inferior, en el que sólo lo retienen sus imperfecciones. Ante cada vicisitud debe decirse que, si perteneciera a un mundo más adelantado, no le sucedería eso, y que de él depende no volver más aquí, trabajando para su mejoramiento.