Capítulo 6 – El Cristo Consolador – 8
Dios consuela a los humildes y confiere fuerzas a los afligidos que las solicitan. Su poder cubre la Tierra. En todas partes, al lado de una lágrima, Él ha colocado un bálsamo de consuelo. El sacrificio y la abnegación constituyen una plegaria continua y encierran una enseñanza profunda. La sabiduría humana reside en esas dos palabras. Que todos los Espíritus que sufren puedan comprender esa verdad, en vez de clamar contra los dolores y los padecimientos morales que son vuestra herencia en este mundo. Así pues, adoptad por divisa estas dos palabras: sacrificio y abnegación, y seréis fuertes, porque ellas resumen todos los deberes que tanto la caridad como la humildad os imponen. El sentimiento del deber cumplido brindará reposo a vuestro espíritu, además de resignación. El corazón late mejor, el alma se tranquiliza y el cuerpo ya no desfallece, pues el cuerpo sufre tanto más cuanto más profundamente herido se halla el espíritu. (El Espíritu de Verdad. El Havre, 1863.)