Capítulo 8 – Bienaventurados los Limpios de Corazón – 16 a 17
16. Pero ¡ay de aquel por quien el escándalo viene! Esto quiere decir que como el mal siempre es el mal, aquel que, incluso sin saberlo, ha servido de instrumento para la justicia divina, aquel cuyos malos instintos fueron utilizados, no por eso ha dejado de hacer el mal, de modo que merece ser castigado. Así, por ejemplo, un hijo ingrato constituye un castigo o una prueba para el padre que sufre por eso, porque es posible que ese padre haya sido también un mal hijo, que hizo sufrir a su padre. En ese caso, experimenta la pena del talión. Sin embargo, esa circunstancia no puede servir de excusa para el hijo, quien, a su vez, se hará merecedor de un castigo a través de sus propios hijos, o de algún otro modo. 17. Si vuestra mano es motivo de escándalo, cortadla. Esta enérgica figura sería absurda si se tomara al pie de la letra, pues significa simplemente que cada uno debe destruir en sí mismo toda causa de escándalo, es decir, de mal; arrancar de su corazón todo sentimiento impuro y todo principio vicioso. Quiere decir también que, para el hombre, más vale que se le corte una de sus manos, a que esa mano sirva de instrumento para una mala acción; más vale que quede privado de la vista, a que sus ojos le sirvan para concebir pensamientos malos. Jesús no dijo nada absurdo para quien sepa interpretar el sentido alegórico y profundo de sus palabras. No obstante, muchas cosas no pueden comprenderse sin la clave que el espiritismo provee.