Capítulo 9 – Bienaventurados los que Son Mansos y Pacíficos – 7

La paciencia

El dolor es una bendición que Dios envía a sus elegidos. No os aflijáis, pues, cuando sufrís. Por el contrario, bendecid a Dios todopoderoso, que mediante el dolor en este mundo os ha señalado para la gloria en el Cielo.Sed pacientes. La paciencia también es un tipo de caridad, y debéis practicar la ley de caridad que enseñó Cristo, el enviado de Dios. La caridad que consiste en la limosna que se da a los pobres, es la más fácil de todas. Pero hay una mucho más penosa y, por consiguiente, mucho más meritoria: la de perdonar a aquellos que Dios ha colocado en nuestro camino para que sean los instrumentos de nuestras aflicciones y para poner nuestra paciencia a prueba.La vida es difícil, ya lo sé. Se compone de mil frioleras que son otros tantos alfilerazos que acaban por herir. Pero si estamos atentos a los deberes que se nos han impuesto, a los consuelos y las compensaciones que por otra parte recibimos, entonces habremos de reconocer que las bendiciones son mucho más numerosas que los dolores. La carga parece menos pesada cuando miramos hacia lo alto que cuando doblamos la frente hacia el suelo.Ánimo, amigos, Cristo es vuestro modelo. Él sufrió más que ninguno de vosotros, y no tenía nada que reprocharse, mientras que vosotros tenéis que expiar vuestro pasado y fortificaros para el porvenir. Así pues, sed pacientes, sed cristianos. Esta palabra lo resume todo. (Un Espíritu amigo. El Havre, 1862.)